¿Alguna vez te ha pasado que crees que tienes un problema enorme que te quita el sueño, te generar esa especie de angustia en el estómago y no te deja pensar en otra cosa? ¿Y alguna vez te ha pasado que, estando en esa situación, de repente ocurre algo verdaderamente importante que hace que el supuesto “problema A” quede completamente en segundo plano?… Bien, pues eso mismo es lo que nos pasa cuando, al hablar en público, tenemos el foco puesto en nosotros mismos, en lugar de en el público, que es el verdadero protagonista de la situación.

En el post anterior, estuvimos viendo como cambiar ese foco durante la presentación nos ayuda mucho a relajarnos y a eliminar parte de la ansiedad anticipatoria. Pero, como ya adelantábamos, ese trabajo de poner al público en el centro de nuestras presentaciones comienza mucho antes…

¿En qué piensas cuando te sientas a preparar tu intervención? ¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza?… No sé si será tu caso, pero la mayoría de personas empiezan diciendo algo así como: “Voy a buscar un título para mi proyecto” o “A ver qué es lo más importante de mi proyecto que tengo que resaltar” … Y todo eso está muy bien, pero no debería ser nuestro primer paso.

Lo primero que deberíamos preguntarnos antes de comenzar a planificar y estructurar nuestra comunicación es: ¿a quién se lo voy a contar? Desde el minuto uno, deberíamos estar focalizados en nuestra audiencia, porque es muy difícil intentar que nadie se interese por tu idea o por tu proyecto, si tú no sabes primero qué les interesa a ellos.

Lo primero que deberíamos preguntarnos antes de comenzar a planificar y estructurar nuestra comunicación es: ¿a quién se lo voy a contar?

Decía el escritor y especialista en comunicación Ken Haemer, que “preparar una presentación sin tener al público en mente es como escribir una carta de amor comenzando con ‘a quién le pueda interesar’ “… ¿Os imagináis? ¿Cómo vas a declararle tu amor a alguien a quién no conoces? ¿Qué resaltarás? ¿Qué dirás que te ha enamorado?…  

Con nuestra audiencia, pasa lo mismo. Necesitamos saber de ellos, para poder ofrecerles algo que quieran, algo que les guste, algo que necesiten y despierte su interés.

¿Qué necesito tener en mente antes de comenzar a darle forma a mi presentación?

  • ¿Quiénes son?
    • Edad
    • Sexo
    • Nacionalidad
    • Posición social
    • Nivel Cultural
    • Relación con el tema tratado
    • Relación conmigo
  • ¿En qué contexto se produce esta comunicación y cómo les influye a ellos?
  • ¿Qué quieren? ¿Qué necesitan?¿Cómo se sienten?
  • ¿Cuáles son sus expectativas sobre mi y sobre este encuentro?

Cuanta más información consiga, más fácil me será centrarme en mi audiencia y enfocar mi mensaje de forma adecuada. No es lo mismo hablarle a un adolescente inglés que acaba de montar una Startup de tecnología, que a un inversor tailandés de 70 años. No es lo mismo hablarle a tu jefe que a un cliente, a tu padre que a tu hijo… Cada persona, cada grupo de personas, tiene un contexto, unas necesidades y unas expectativas diferentes.

Cada persona, cada grupo de personas, tiene un contexto, unas necesidades y unas expectativas diferentes.

¿Cómo puedo obtener esa información?

  • Pregunta a los organizadores
  • Manda una encuesta, si tienes acceso a los asistentes
  • Consulta los perfiles de los asistentes en redes sociales
  • Habla con ellos, en el caso de que sean personas cercanas

Estas son sólo algunas ideas que puedes poner en marcha para obtener más información sobre las personas a las que te vas a dirigir. Por supuesto, no siempre es posible obtener todos los datos que quisiéramos. En esos casos: piensa en grande. Plantéate qué es lo que hace que toda esa gente esté en un mismo lugar, a una misma hora, escuchándote, y ya tendrás por donde empezar.

No te centres en ti, ni siquiera en tu idea: céntrate en qué necesitan y en cómo les puedes ayudar a través de tu idea.

Nunca, nunca, antepongas tu necesidad a la de tu audiencia porque, no sólo no te escucharán… si no que los nervios, te comerán.

 ¡Enfoca bien!